Museo Etnográfico de Grandas de Salime

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El Museo Etnográfico de Grandas de Salime es uno de los museos más singulares de España. Y lo es porque a su manera ha sido pionero en rescatar para la exposición pública objetos y útiles de una vida rural que a menudo quedaban fuera de los motivos museísticos y no interesaban a los coleccionistas. Ocupa lo que fue la antigua Casa Rectoral de Grandas, que se rehabilitó para este fin, conservando la arquitectura popular. En este amplio edificio se conjuga la nostalgia de cosas que muchos conocieron, con el asombro para tantas generaciones jóvenes que apenas tienen idea de cómo se las apañaban en el mundo rural. También están los encargados de analizar y proteger el patrimonio, que acuden al museo a tomar nota. La idea de José Mª Naveiras Escanlar, conocido como «Pepe El Ferreiro», ha sido bien acogida por todo el mundo desde que se enfrascase en esta incursión por el tiempo, allá por el año 1984. Se trata de un enamorado de su tierra que ha ido reuniendo y estudiando numerosas muestras de artesanía popular durante más de treinta años.

Memoriosos, eruditos y profanos disfrutan por igual en este inabarcable maremagnun de cosas que se acaban convirtiendo en hechos sólidos de otro tiempo. No en vano es uno de los museos más visitados de Asturias con unas 20.000 visitas anuales. Almacena y expone más de 3.000 instrumentos tradicionales de todo tipo, y crece cada año, o cada día, con aportaciones continuadas de particulares y administraciones que lo convierten en un organismo vivo, con su esqueleto, articulaciones, músculos y órganos vitales en permanente cambio. Su ubicación de frontera entre las tierras gallegas y asturianas enriquece aún más este legado permanente. De ambos lados van llegando enseres para colaborar en la memoria colectiva de una comarca grande, orográficamente complicada y culturalmente muy prolija.

Todo se distribuye en las distintas dependencias de la casa: cocina, almacén de aperos, destilería, dormitorio, cuadras y construcciones auxiliares como hórreo y panera. Los objetos inanimados cobran cierta vida y sentido agrupados por temáticas, actividades o lugares específicos del hábitat rural y la casa tradicional. En la primera planta nos encontramos la «lareira» o cocina, lugar habitual para el ocio escaso del que disponían las gentes del campo. Junto con el ajuar doméstico destacan en la «lareira» los bancos de escaño, con su mesa adosada; el horno con sus útiles, artesa de amasar, el conqueiro, espeteira o basal, con los estantes que albergan la vajilla, en su mayoría de madera; el «trobo da colada», tronco de castaño ahuecado que colocado sobre la «dala» o » coladoiro», servía para lavar la ropa cociendo ceniza y pasándola por la ropa en el interior del trobo.

En la sala del telar, destinada a la industria textil, descubrimos los utensilios de elaborar la lana, el lino y dos telares de bajo lizo. Pasamos desde esta dependencia al cuarto o sala, lugar que servía de dormitorio común y comedor para los días de celebración que congregaban a varios vecinos. Un mobiliario sobrio formado por dos camas de hierro, una mesa, sillas, banquetas, un lavabo, un arcón para la ropa, candiles, fotos de los antepasados y cuadros de imágenes sagradas.

En la escalera que conduce a la planta baja nos tropezamos dos importantes colecciones: una de yugos y otra de zapicos, para la piedra de afilar la guadaña. Al final de la escalera, ya en la planta baja, se instaló un pequeño taller de zapatería con las herramientas de dos artesanos zapateros de la localidad. Hacia la izquierda entramos en una bodega con un auténtico olor a tradición enológica. Al frente se nos abre la puerta por la que accedemos a la sala polivalente, que tiene a la izquierda la fragua y la carpintería a al fondo a la derecha toda una sala dedicada al calzado de madera. Instrumentos de medicina popular, pesos y medidas, útiles de caza, pesca, apicultura… se disponen en esta misma estancia.

El museo realiza labores de investigación en cultivos y artesanías que pretende recuperar, con demostraciones en directo del trabajo de torneiro, ferreiro, madreñeiro, cesteiro, artesanía del telar, y otras muchas actividades.

Pasear por este museo es participar, refrescar la memoria para algunos e imaginar lo que nunca se conoció para otros. Cuando centramos la vista en alguna cosa en concreto vamos asimilando su función, poco a poco, a base de sentido común o explicaciones; comprendemos entonces que ya estaba todo inventado, por más rústicos que resulten los ingenios de otro tiempo. El constante despoblamiento del campo, el cambio en las formas de trabajo y los medios de producción propiciaron la casi desaparición de estos instrumentos que vemos y que nuestros ojos, gracias al museo, logran sacar del olvido por un buen rato.

El baúl de los recuerdos pone a resguardo una pequeña porción de emotividad generacional, y bien podría servir de símil a escala para este inmenso cofre del tesoro rural que es el museo. Las fotografías antiguas ilustran a las primeras de cambio hábitos, formas de vida, relaciones familiares, economías, pero si a éstas las rodeamos con los materiales y elementos que hicieron posible la vida de nuetros antepasados, el retrato deja de ser un ente distante y cobra sentido real y coetáneo. Observar el pasado en Grandas de Salime sirve para llenar de contenido el presente de nuestra visita y archivar en nuestra experiencia una historia que nos pertenece.

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Museo Etnográfico de Porrúa

href=http://www.desdeasturias.com/museo-etnografico-de-porrua-museos-asturias/> rutas,

comenzar nuestro recorrido por la casa principal, con una arquitectura tradicional de mezclar soñar piedra y madera con una ventana de vanguardia en el segundo piso. Este espacio es la exposición más pretenciosa: objetos , herramientas y maquinaria de todo tipo relacionados con actividades más tradicionales de la zona rural de Asturias, tanto en su oficio doméstico y preindustrial como que en el conjunto de la sociología mismo fondo.

Como se refleja en el queso paneles y mantequilla se han desarrollado para utilizar el superávit para el ganado doméstico no podía comer en el día. El ingenio español en la fabricación de leche se refleja perfectamente en una pequeña habitación donde se clasifican las herramientas y procesos exclusivos son la elaboración detallada de algunas de las variedades de la zona.

También tienen su propio espacio de memoria fabricantes de baldosas . Un grupo que merece un homenaje independiente a la función desempeñada por básica y dificultades de su trabajo. A partir de las tripulaciones del siglo XVII conscientes de los campesinos Llanes que se trasladaron temporalmente a fabricar baldosas de ladrillo y otros puntos de Asturias, Castilla y Vizcaya. Los fabricantes de baldosas de Llanes o argot inventado un lenguaje especial y secreto para comunicarse con cada llamada xiriga (slang).

Continuamos la visita sin prisas y tropezó con señas de identidad de la actividad asturiana vez. Hay las forjas de hierro , talleres donde los objetos están hechos de hierro forjado cerdo forjado en las fraguas, o cuando las herramientas reparación y gadgets desgastado por el uso. Un capítulo es seguido nos ordenan utensilios de hierro esmaltado que se fabricaron para todas las áreas de la vida familiar desde el siglo XIX. Se componen de láminas finas de hierro con un baño de esmalte generalmente de color blanco, pero de color.

Como no podía ser de otra manera, el trabajo eminentemente agrícola también tienen un espacio reservado. Una serie de arados alineados nos permiten comparar el cambio de la técnica con el paso del tiempo. Los modelos más antiguos que vemos son de madera con un dedo del pie o «puerta» de hierro forjado.

Párrafo museo más agraria también se exponen una aventadora único: máquina para limpiar el grano. Al parecer se trata de una caja de madera con una manivela y algunos sospechan que su papel como cumple estrictamente selección. Sin duda, un objeto para admirar el ingenio de la tradición.

Nos detenemos en las máquinas de hilar , en los montones de lana, tintes y los trajes que eran las tareas más básicas. Más allá de la esquina es Carpenter .

Todo está en el museo etnográfico, apenas faltan detalles de la economía tradicional, incluido el bloque años , cálido, con su coche en el país y sus herramientas, y la herida para la fabricación de sidra, viejo y casi místico.

Los creadores del museo también preocupado etnografía más popular, en relación con la vida cotidiana, que en sí mismo le dice a una casa encantador que no falta detalle: estufa de leña, platos sillas Fabes perennes e incluso el padres de fotos en blanco y negro o abuelos, como el envejecimiento fantasmal resultante .

Salimos de la casa-museo sensación de volver a un tiempo dominado por la rutina de trabajo más esencialista. Tuvimos la oportunidad de conocer también, aunque indirectamente, las relaciones sociales de una comunidad relativamente pequeña donde el trabajo y el ocio eran disquisiciones vanas.

Aún tenemos tiempo de comprar un recuerdo en la tienda.

Salimos y sorprendió a la realidad del siglo XXI en medio de la cual sigue siendo un pueblo asturiano. Su presencia sólo revelan algunos coches nuevos y modernos edificios. Fuera del recinto, pero pegado a él como si por arte de magia, un majestuoso sigue creciendo aguacate . Su tronco y las ramas hacia el cielo lugar armónico. El folleto museo dice de él que fue plantado en 1906 y fue traído de México.

Para completar la visita merece la pena Porrúa tienda alrededor y descubrir lo que las cosas siguen siendo las mismas y muchos han cambiado de opinión.